La verdad sólo puede emerger al final de una conversación, y en una conversación genuina ninguno de los interlocutores sabe o puede saber a ciencia cierta cuándo llegará a su fin. Un hablante, así como un pensador que piensa en “modo hablante”, no puede, como señala Franz Rosenzweig “anticipar nada”. Debe ser capaz de esperar, ya que su palabra depende de la palabra del otro. Necesita tiempo.
Volver al incio
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario