viernes, 8 de enero de 2010

Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres. Jean-Jacques Rousseau

Hay además otro principio, el cual, habiéndole sido dado al hombre para suavizar en ciertas circunstancias la ferocidad de su amor propio o su deseo de conservación…, modera el ardor que siente por su bienestar con una innata repugnancia a ver sufrir a sus semejantes. Me refiero a la piedad, disposición adecuada a seres tan débiles y sujetos a tantos males como somos nosotros; virtud tanto más universal y tanto más útil al hombre cuanto que precede al uso de toda reflexión, y tan natural que las bestias mismas dan de ella algunas veces sensibles muestras… Observase a diario la repugnancia que experimentan los caballos a pisotear un cuerpo vivo.

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