Considero que el mayor peligro espiritual que una persona enfrenta en su vida es creer que es el poseedor de una verdad, o el legítimo defensor de algún principio, o el poseedor de algún conocimiento trascendental, o el propietario legal de alguna entidad, o el acrerdor meritorio de alguna distinción, etc., porque inmediatamente se vuelve ciego respecto de su circustancia y entra en el callejón sin salida del fanatismo.
Considero también que el segundo peligro espirutal más grande que una persona enfrenta es creer, de alguna manera u otra, que no siempre es responsable de sus actos o de sus deseos o de no desear las consecuencias de ellos.
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