Los ideales de los hombres superiores permanecerían en estado de quimeras si no fueren recogidos y realizados por filisteos, desprovistos de iniciativas personales, que viven esperando los impulsos y sugestiones de los cerebros luminosos. Es verdad que el rutinario no cede fácilmente a las instigaciones de los originales; pero su misma inercia es garantía de que solo recoge las ideas de probada conveniencia para el bienestar social.
... sin los mediocres no habría estabilidad en las sociedades; pero sin los superiores no puede concebirse el progreso.
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