Es en los eventos comunes de cada día que se desarrolla la capacidad proactiva necesaria como para manejar las extraordinarias presiones de la vida. Tiene que ver con cómo establecemos y mantenemos compromisos, cómo "aguantamos" un atascamiento de tráfico, cómo respondemos a un cliente enojado o a un niño desobediente. Tiene que ver con cómo vemos los problemas y cómo dirigimos nuestras energías.
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