[…] una dimensión trascendente en la que el hombre reconoce que hay algo más allá de él mismo. […] ese algo es la experiencia de la libertad como manifestación de conciencia: debe y puede elegir, así como también la responsabilidad de saber que el bien y el mal no están en otro lugar que no sea en sí mismo, desplegando uno u otro en su libre elección. Muchas cosas están mal, pero la gran mayoría creemos que eso está fuera de nuestra responsabilidad.
[…] ya fuimos liberados, no estamos condenados ni a la repetición, ni a la sumisión, ni a que las cosas son y deben ser así, sino más bien a ejercer nuestra libertad. Somos libres de hacer tanto el bien como el mal. La libertad es lo que nos hace seres conscientes y responsables y éste es, justamente, el atributo de lo divino en nosotros.
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