Te evito [...] la descripción del cuerpo de un hombre que envejece y se prepara a morir de una hidropesía del corazón. [...]
Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre. [...]
Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo. Haya paz... Amo a mi cuerpo; me ha servido bien, y de todos modos no le escatimo los cuidados necesarios. [...]
No te llames sin embargo a engaño: aún no estoy tan bébil como para ceder a las imaginaciones del miedo, casi tan absurdas como las de la esperanza, y sin duda mucho más penosas. De engañarme, preferiría el camino de la confianza; no perdería más por ello, y sufriría menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario