Los medios actuales permiten que nos comuniquemos y que compartamos
conocimientos y afectos. Sin embargo, a veces también nos impiden tomar contacto
directo con la angustia, con el temblor, con la alegría del otro y con la
complejidad de su experiencia personal. Por eso no debería llamar la atención
que, junto con la abrumadora oferta de estos productos, se desarrolle una
profunda y melancólica insatisfacción en las relaciones interpersonales, o un
dañino aislamiento.
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