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lunes, 21 de noviembre de 2016

El lobo estepario. Hermann Hesse

Fuimos al comedor, y en tanto que yo me esforzaba por decir una y otra vez, o por preguntar cosas indiferentes, iba comiendo más de lo que tenía por costumbre y me sentía más deplorable por momentos. ¡Dios mío! -pensaba-. ¿Por qué nos atormentamos de este modo? Me daba cuenta perfectamente de que mis anfitriones tampoco se sentían bien y de que su animación les costaba trabajo, ya porque yo produjera un efecto tan deplorable, ya porque hubiera acaso algún disgusto en la casa. Me preguntaron una multitud de cosas, a las cuales no se podía dar una respuesta sincera; pronto me hallé envuelto en una porción de verdaderos embustes y a cada palabra tenía que luchar con una sensación de asco. ... no lograba encontrar el tono, mis incursiones por el campo del humorismo producían un efecto desconcertante, cada vez nos íbamos apartando más; dentro de mí el lobo estepario se reía a mandíbula batiente...

jueves, 10 de noviembre de 2016

Letters to a Young Poet. Rilke Rainer Maria

…ask yourself whether these large sadnesses haven’t rather gone right through you. Perhaps many things inside you have been transformed; perhaps somewhere, deep inside your being, you have undergone important changes while you were sad.

The only sadnesses that are dangerous and unhealthy are the ones that we carry around in public in order to drown them out with the noise; like diseases that are treated superficially and foolishly, they just withdraw and after a short interval break out again all the more terribly; … If only it were possible for us to see farther than our knowledge reaches, and even a little beyond the outworks of our presentiment, perhaps we would bear our sadnesses with greater trust than we have in our joys.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Carta encíclica Laudato si’. Papa Francisco

Los medios actuales permiten que nos comuniquemos y que compartamos conocimientos y afectos. Sin embargo, a veces también nos impiden tomar contacto directo con la angustia, con el temblor, con la alegría del otro y con la complejidad de su experiencia personal. Por eso no debería llamar la atención que, junto con la abrumadora oferta de estos productos, se desarrolle una profunda y melancólica insatisfacción en las relaciones interpersonales, o un dañino aislamiento.


domingo, 12 de abril de 2015

El Principito. Antoine de Saint-Exupery

En efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol, pero desgraciadamente Francia está demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas…

—¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!
Y un poco más tarde añadiste:

—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.

—El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad? Pero el Principito no respondió.