Las elecciones de valor comienzan cuando conversamos con nuestros hijos, con nuestros vecinos, con nuestros parientes, con nuestros amigos, con nuestros compañeros de trabajo y hacemos un esfuerzo para distinguir en el seno de la sociedad y de la política, lo superficial de lo profundo, lo inmoral de lo moral, lo falso de lo verdadero, lo demagógico de lo auténtico, lo democrático de lo autoritario, lo bueno de lo malo, la injusticia y la justicia.
Visto así, un sufragio es una elección de vida antes que elecciones en las urnas. La conciencia cívica comienza a ponerse en marcha cuando se convoca al ciudadano a que se haga responsable, mediante el voto, de los valores que deben prevalecer en la compulsa si se quiere modificar realmente, la calidad de vida que está en juego.
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