En los sujetos que poseen ira su percepción de bienestar es contraria al colectivo.
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Establecen en las mentes menos favorecidas una relación de dominación.
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Se apropian con tal fuerza de las cosas o de las personas que consideran de utilidad que las pueden llegar a robar por completo... aquellos que quedan atrapados en sus redes pierden su esencia. Sin embargo, cuando se dan cuenta de que su “víctima” empieza a despertar y quiere por tanto salir de su “hechizo”, arremeten con una desmedida preocupación, bien para conquistar nuevamente o para forzar a que no se aleje del control que él establece.
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... establecen reglas de convivencia en las cuales todos deben rendirles pleitesía. Y ¡ay de aquel mortal que intente romperlas! Lo puede pagar hasta con su vida. Y si no, visualicen las pandillas o bandas delictivas.
Toda situación que sea contraria a su visión condiciona ira. Y quien genera la condición es el culpable, ya que ellos son tan perfectos que no pueden admitir que en su interior exista la ira.
Generalmente asumen posturas de ultra-intelectualidad. … Memorizan algunas frases célebres y graban procedimientos que repetirán a lo largo de su existencia. Esto los hará especialistas y doctos ante los ojos de los no expertos. Y cuando alguien los cuestiona sobre su saber se tornan iracundos como mecanismo de defensa para ocultar su ignorancia. Se ofenden y se repliegan para ocultar sus defectos. Y, dado que tienen la “admiración” de un conjunto de sujetos con nula autoestima, se sienten fuertes.
Son incapaces de aceptar los cambios. Son individuos que no tratan con los demás. Se aíslan. Y esta actitud la expresan, por el temor fundado de que los sujetos con los que se relacionan sean mejores que ellos…, tienen temor de ser descubiertos. Y por ello forman barreras muy consolidadas que impiden que otros se acerquen. Su defensa siempre es la ira. Y su mecanismo de defensa es buscar posturas de jerarquía y poder.
Habitualmente se revisten de una “humildad” disfrazada. Y para los ojos de los no muy agudos se aprecian como “víctimas” de las circunstancias. Jamás admiten ser culpables de nada…
Son envidiosos en gran medida. Utilizan su poder para destruir. Merman el potencial de otros con sus actitudes. No reconocen los triunfos ajenos. Son resistentes a la humildad y son genuinos anfitriones de la soberbia. Son sarcásticos y la burla la utilizan como instrumento de poder.
Aunque pueden o no ser de un status económico sencillo, siempre se sienten superiores a los demás.
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Todo lo que generan, incluso hasta el aire que respiran, es mil veces mejor que el que existe en el ambiente. Una característica importante es que siempre piensan en dos sentidos. En el primero, todo lo que sucede, si es bueno, fue promovido por ellos. Y en el otro sentido, si no es bueno, simplemente fue porque no lo hicieron.
Son personas que dañan de cualquier manera. En ocasiones por la “espalda” y en otras de frente. Habitualmente, cuando dañan de frente, no tan sólo lo hacen psíquica, sino física o intelectualmente.
Si se les reclama el daño o se les pide cuentas por su conducta, la niegan. Se confinan. Asumen una postura victimal. Se consideran señalados, abusados, oprimidos, indefensos... Ellos jamás admitirán ser los “malos del cuento”.
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