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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Sobre la ira. Lucio Séneca

Ninguna edad perdona; a ningún hombre exceptúa. Pueblos hay que, por su extremada pobreza, no conocen el lujo; otros que, gracias a su vida nómada y activa, se libran de la ociosidad... Pero no hay pueblo al que no atormente la ira, tan poderosa entre los Griegos como entre los Bárbaros, tan funesta a los que temen la ley como a los que miden el derecho por la fuerza.

Además, las otras pasiones corrompen a los individuos; ésta es la única que a las veces se apodera de toda una nación. Nunca ardió en amor un pueblo entero por una mujer; jamás una ciudad entera cifró su esperanza en el dinero y la ganancia; la ambición domina en pechos aislados; el orgullo no es enfermedad pública. Pero frecuentemente produce la ira levantamientos en masa. Hombres, mujeres, ancianos, niños, jefes y pueblos se encuentran unánimes, y la multitud, agitada por algunas palabras, va más lejos que el agitador.

Córrese en el acto al hierro y al fuego; declárase la guerra a los pueblos vecinos; se hace a los conciudadanos; quémanse casas con toda una familia; y el orador querido, colmado de honores en otro tiempo, cae bajo la ira del tumulto que ha producido... el pueblo entero se separa del Senado...

Nada de formalidades, nada de auspicios: el pueblo se precipita sin otro guía que su ira, sin otras armas que las que le proporciona la casualidad y el pillaje, para expiar después con sangrienta derrota la temeraria audacia de su rabia.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Sobre la ira. Lucio Séneca

La ira, en fin, nada útil tiene en sí... porque nunca se apoyó la virtud en el vicio, bastándose a sí misma. Cuantas veces necesita realizar esfuerzos, no se irrita; irguese, y, según lo considera necesario, se anima o se calma; así, pues, cuando las máquinas lanzan los dardos, su alcance depende del que los dirige.

«La ira, dice Aristóteles, es necesaria; de nada se triunfa sin ella, si no llena al alma, si no calienta al corazón; debe, pues, servirnos, no como jefe, sino como soldado». Esto es falso. Porque si escucha a la razón y se deja conducir a donde la llevan, ya no es ira, cuyo carácter propio es la rebelión. Si resiste, si arrastrada por sus caprichos y presunción no se detiene cuando se la manda, es para el alma un instrumento tan inútil como el soldado que no obedece a la señal de retirada. Si pues soporta que se le imponga freno, necesario es darla otro nombre, porque deja de ser ira, que solamente comprendo como violenta e indomable; si no lo soporta, es perniciosa y no puede contarse entre los auxiliares.

Luego o no es ira o es inútil... Soldado útil es el que sabe obedecer la orden; pero las pasiones son instrumentos tan malos como malos guías. Así, pues, la razón nunca tomará por auxiliares impulsos tan imprevisores como desordenados, sobre los cuales no tendría autoridad alguna y que solamente podrá reprimir oponiéndoles impulsos semejantes, como el miedo a la ira, la ira a la inercia, la avidez al temor.

domingo, 21 de agosto de 2016

Sobre la ira. Lucio Séneca

... el que los vicios hayan producido a las veces algún bien, no se sigue que haya de adoptarse su uso; porque la fiebre cura algunas enfermedades, pero no por ello deja de ser preferible no haberla tenido jamás. Detestable remedio es deber la salud a la enfermedad. De la misma manera, porque la ira haya sido provechosa alguna vez por casualidad, como puede acontecer con el veneno, una caída, un naufragio, no debe, sin embargo, creerse como absolutamente saludable, porque también ha salvado alguna vez la peste.

lunes, 3 de enero de 2011

Sobre la ira. Lucio Séneca

No es, por consiguiente, útil la ira en los combates ni en la guerra, porque es pronta para la temeridad y no sabe evitar los peligros en que se compromete. El verdadero valor es siempre circunspecto, se previene y avanza con reflexión.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Sobre la ira. Lucio Séneca

Lo mejor es rechazar desde luego los primeros impulsos de la ira, sofocarla en su raíz y procurar no caer en su dominio. Porque si le presentamos el lado débil, es difícil librarse de ella por la retirada, porque es cierto que no queda ya razón cuando damos entrada a la pasión permitiéndole algún derecho por nuestra propia voluntad.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Sobre la ira. Lucio Séneca

Me exigiste, caro Novato, que te escribiese acerca de la manera de dominar la ira, y creo que, no sin causa, temes muy principalmente a esta pasión, que es la más sombría y desenfrenada de todas. Las otras tienen sin duda algo de quietas y plácidas; pero esta es toda agitación, desenfreno en el resentimiento, sed de guerra, de sangre, de suplicios, arrebato de furores sobrehumanos, olvidándose de si misma con tal de dañar a los demás, lanzándose en medio de las espadas, y ávida de venganzas que a su vez traen un vengador.
Por esta razón algunos varones sabios definieron la ira llamándola locura breve; porque,impotente como aquella para dominarse, olvida toda conveniencia, desconoce todo afecto, es obstinada y terca en lo que se propone, sorda a los consejos de la razón, agitándose por causas vanas, inhábil para distinguir lo justo y verdadero, pareciéndose a esas ruinas que se rompen sobra aquello mismo que aplastan
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