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domingo, 14 de mayo de 2017

Un año con Schopenhauer. Irvin Yalom

Querido Arthur:

Conozco tu temperamento ... eres irritante e insoportable, y la vida contigo me parece muy difícil. Todas tus cualidades empalidecen frente a tu extraordinaria inteligencia, y son así inútiles para el mundo... hallas faltas en todo menos en tí mismo... y por eso amargas a cuantos te rodean; nadie quiere mejorar ni esclarecerse por la fuerza, menos aún cuando la ejerce un individuo tan insignificante como tú eres todavía.

Nadie puede tolerar las críticas de alguien que muestra tantas debilidades, especialmente esa actitud peyorativa que, con tono de oráculo, proclama que las cosas son de determinada manera, sin sospechar siquiera la posibilidad de equivocarse. Si fueras algo menos exagerado, sólo serías ridículo pero, siendo como eres, te vuelves muy fastidioso...

[...]

Tus eternas críticas, tus lamentos sobre la estupidez del mundo y la misera humana me traen insomnio y pesadillas. Todos los disgustos que he tenido te los debo a ti.


(Versiones incluidas en la novela de fragmentos de supuestas cartas de Johanna Schopenhauer a su hijo Arthur).

martes, 10 de noviembre de 2015

Evangelii Gaudium. Papa Francisco

Vivimos en una sociedad de la información que nos satura indiscriminadamente de datos, todos en el mismo nivel, y termina llevándonos a una tremenda superficialidad a la hora de plantear las cuestiones morales. Por consiguiente, se vuelve necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un camino de maduración en valores.

jueves, 1 de agosto de 2013

La economía de las ideas. John P. Barlow

La información se propaga, no no se distribuye. La forma en que se propaga la información es muy diferente de la distribución de bienes físicos. Su movimiento se asemeja más a algo producido por la naturaleza que por una fábrica. Puede concatenarse como fichas de dominó en caída o crecer en una red fractal, como cuando una ventana se congela en el invierno; pero no puede enviarse como si fuese un “elemento”, excepto en la medida en que puede ser contenida en ellos. No es que simplemente pueda movérsela de lugar, deja un rastro en todas las partes por las que ha pasado.

La distinción económica central entre la información y la propiedad física es que la información puede transferirse sin salir de la posesión del propietario original. Si te vendo mi caballo, no puedo montarlo después de eso. Si en cambio te vendo lo que sé, luego de haberlo hecho ambos lo sabemos.

domingo, 26 de mayo de 2013

La economía de las ideas. John P. Barlow

La información tiene que estar en movimiento. Como los tiburones, que mueren de asfixia si dejan de nadar, casi lo mismo sucede con la información. La información que no está movimiento deja de existir, manteniendo sólo su potencial... al menos hasta que se le permita moverse nuevamente.

sábado, 27 de abril de 2013

La economía de las ideas. John P. Barlow

La información se experimenta, no se posee. Incluso cuando ha sido “encapsulada” en algo estático, como un libro o un disco duro, la información es algo que “sucede” cuando mentalmente se la descomprime utilizando el código con el cual fue almacenada. Independientemente de si se está ejecutando en gigabits por segundo o palabras por minuto, esa decodificación real es un proceso que debe realizarse por y con una mente, un proceso que debe tener lugar en el tiempo.

sábado, 23 de febrero de 2013

La economía de las ideas. John P. Barlow

La información es un verbo, no sustantivo. Liberada de sus contenedores (los medios en la que se la transporta), la información, obviamente, no es una cosa. De hecho, es algo que ocurre en el campo de la interacción entre mentes y objetos u otras piezas de información…

La información es una acción que “ocupa” tiempos, no una cosa que ocupa espacios físicos, como en el caso de las mercancías. Es el lanzamiento, no el béisbol; la danza, no el bailarín.